jueves, 18 de agosto de 2016

Vacía



Me encuentro vacía y rota una vez más, no sé qué me hace falta para dejar de lado estos sentimientos, me aturde la inestabilidad, no encuentro acomodo de ninguna manera y ningún apoyo en alguna persona. Todos se han convertido en fantasmas y sus consejos no son más de mi ayuda.
Existo solo a través de las palabras y a veces me pregunto ¿Dónde han de parar mis pensamientos escritos? ¿Qué gano con plasmarlo en papel? ¿Acaso esto disminuye el dolor o cambia mi posición? 
Y son estos pensamientos los que me hunden cada vez un poco más.
No quiero tocar fondo, he prometido mejorar pero mi alma está muerta. Me lastima admitirlo pero no tengo nada que ofrecer a este mundo y este mundo no tiene nada que ofrecerme tampoco.
Todo me resulta imposible, inalcanzable o vacío.
Mi propia existencia me pesa como una roca que incrementa su tamaño al pasar del día, mi propia existencia me parece absurda porque a pesar de que cambie mi escenario la situación seguirá siendo la misma, y eso al igual que mi desgano nunca ha de cambiar.


martes, 16 de agosto de 2016

Indiferencia

Qué bello don el de aquellos que manejan la indiferencia.
Mientras me hundo en mi propio intento de simpatía yacen ahí los que a oídos sordos caminan por la vida, aquellos que suprimen su afecto al quitarle importancia a los recuerdos, al superar tu esencia y seguir su camino. Luego, estoy yo, aferrándome a un pasado que me parecía favorable.
Y a veces, lo que más duele no es el olvido, es dicha indiferencia que te brindan aun cuando tienes mucho para dar, se manifiestan como pequeñas decepciones que se repiten a  cada palabra que te ofrecen.
Un vacío, una nostalgia mezclada con melancolía de lo que solía ser o a lo que pudo llegar.
Todo se resume a eso, a un corto intercambio de palabras vacías y sin rumbo, a una conversación ajena a lo que conocías o creías conocer. Todo se resume a un final que no tiene punto ni mucho menos continuación, un limbo lastimero que afecta a solo un individuo entre dos.
Y nadie ha de saberlo, porque el escenario se preserva calmado aun cuando uno de ellos muere atormentado en un silente y privado caos.