lunes, 22 de julio de 2013

Imitación


En ésa tarde gris, dos hombres desconocidos se sentaron en la comodidad del tren uno frente a otro con la mirada seria y desgastada, separados únicamente por unos metros entre vagón y vagón.

Uno de ellos vestía ropa elegante y costosa, y aparentaba unos sesenta años
El otro, parecía tener frío con esas telas viejas y harapientas, aunque gozaba de una hermosa juventud,
El primer sujeto sacó un peine de su abrigo y acomodó su cabello canoso
El segundo, parecía tratar de hacer lo mismo.
Entonces el anciano pretencioso tomó su abrigo de piel y se arrulló en ella,
El joven trató de hacer lo mismo, pero tan sólo consiguió envolverse en sus mismas telas desgastadas,
El primer hombre tomó su pipa y la encendió con soberbia
El joven sólo consiguió un cigarrillo arrugado de uno de los bolsillos de su pantalón
Ambos los encendieron y empezaron a fumar
Si el anciano inhalaba dos veces el joven también,
Si el anciano no soltaba su humo, el joven tampoco,
Así hasta que el viejo hombre se percató de la situación.
No dijo nada, sólo que ahora observaba con atención al muchacho
Parecía mirarle con mucha ilusión.
Entonces el anciano decidió aprovecharse de la situación sólo para divertirse,
Tomó la copa de vino de su pequeña mesa de madera y la meció antes de beberla
El muchacho se estremeció al darse cuenta de que en su mesa nada más yacían las cenizas de lo que fue su tabaco.
A su lado la copa media vacía abandonada por otra persona, la tomó, y una vez más imitó al anciano.
Entonces el viejo hombre se convenció de que aquel muchacho haría cualquier cosa si él lo hacía primero,
Le gustó la idea...
El anciano lo llamó apuntando con uno de sus dedos alargados y arrugados al sujeto que abriendo los ojos de sorpresa se dirigió casi en un segundo hacia al hombre.
Este hizo que se sentara frente a él sirviéndole una copa del vino que lo acompañaba mientras lo examinaba con mucha intriga. No hizo ni una sola pregunta, sólo se limitó a observarlo a lo que este también le devolvió la misma mirada. Así hasta que el anciano tomó un cuchillo de la mesa y untó mantequilla en una rodaja de pan que pronto el muchacho habría de tomar de la misma manera.
Pero esto no era exactamente lo que el viejo hombre quería en su totalidad.
Tomó uno de los cuchillos que adornaban a los lados de la mesa de en medio y empezó a juguetear con el hasta que pretendió haberse lastimado.
Entonces el muchacho tomó el instrumento e hizo lo mismo, a diferencia del anciano, éste si se habría hecho daño realmente.
Con un hilo de sangre brotando de su mano levantó la vista hacia el hombre que respondió con un resoplo casi de burla al ver el acto insensato del joven.
Miró por la ventana del tren en busca de nuevas ideas para amenizar un poco su larga travesía a lo que sus pensamientos se vieron manchados por una repentina ola de maldad.
¿Así que el muchacho copia con exactitud todo lo que hago...o pretendo hacer?
Le dedicó una mirada discreta y sombría.
Esperó un momento y se levantó de su asiento abriendo de par en par la ventana que estaba de su lado.
Sin discreción alguna el joven lo imitó.
Ahora, el viejo sabía de memoria el camino que se dibujaba más adelante, había viajado tantas veces que a cada objeto que parecía cruzar por aquellas ventanas le había otorgado un lugar en su mente, visualizando así absolutamente todo el paisaje que se avecinaba, sabía entonces que no a pocos muchos metros yacía una saliente oxidada y alargada al borde de las vías del tren no muy lejos de la última estación que besaba el vidrio del transporte cada vez que este pasaba a su lado.
La saliente habría de pasar primero por el sitio del joven antes de tocarlo a él...era un plan perfecto.
No era de extrañarse que vagabundos como él actuaran de manera semejante, así que si el muchacho ha de morir, nadie le prestaría mayor atención.
Y así lo hizo, contuvo la respiración para no ahogarse en medio del viento que golpeaba a gran velocidad y sacó su cabeza por la ventana mientras su cabello cenizo danzaba y se revoloteaba en su rostro, miró entonces a una distancia no tan lejana aquella saliente que esperaba ansioso.
El joven que de la misma manera había actuado, lo miró esta vez con ojos repentinamente vivaces, lo que inquietó ligeramente al hombre que esperaba contemplar su mirada inocente y sumisa.
Fue cuando éste rápidamente se volvió al interior del tren, el anciano confuso y a la vez sorprendido quiso hacerlo también pero en un intento inútil habría notado las manos fuertes del joven que sosteniéndolo de la nuca lo habían inmovilizado.
No cabía la menor duda que el escenario que se presentaba denotaba un cambio drástico de roles entre estos dos individuos.
Agitando las manos y las piernas trató de deshacerse del sujeto que lo sostenía pero la fuerza de su juventud era claramente
una característica dominante ante la vejez de la presente víctima.
La vida de éste se reduciría a escombros en unos segundos de distancia del objeto oxidado que saludaba armoniosamente en la cercanía.
Dejó de forcejear y se redimió a la idea de morir, por un segundo se arrepintió de haber actuado de una manera tan enfermiza, pero nada de eso importaba ya en las puertas del infierno...
A solo unos centímetros del objeto el anciano fue devuelto bruscamente en su asiento con una leve cortadura en su mejilla...
Sin tener pista de lo había sucedido miró sobre-exaltado al joven que lo contemplaba con desprecio desde cerca.
Con la respiración agitada y el pecho tembloroso una palabra había logrado escabullirse de los labios secos y pálidos del hombre

-¿Por qué?

El tren arribó en la última parada a lo que el muchacho respondió en un tono tranquilo pero severo

-Si hay algo que nunca he de imitar es la maldad de la que han demostrado estar hechos.

 Y desapareció a lo lejos dejando tras sí un retrato de indignación hacia la humanidad. 

miércoles, 1 de mayo de 2013

Liberación




Lo vi, supe que en mi pensamiento estábamos dispuestos a llegar al infinito.
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Ahí estaba él, con la mirada posada en el vacío sin tomar en  cuenta las maravillosas e incansables historias que sorteaba en mi cabeza con él como mi protagonista principal.
Lo miraba tanto que mis ojos ardían, pero no era razón suficiente para apartar mi atención.
En secreto, siempre en el anonimato, camuflado en las multitudes de personas que me rodeaban cada vez que me animaba a posar una vez más mi atención en él.
Porque tenía la esperanza, la imaginación suficiente, como para envolvernos en una sola historia...
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Mi discreción no fue suficiente esta vez, he caído en la evidente picardía y él lo notó. 
Me escondí, lejos, donde no fuera capaz de encontrarme, dentro de las aulas donde nadie asistiría, al menos no por un buen tiempo. 
No quería arriesgarme, no podría soportar su desprecio al descubrir mi verdadera naturaleza, había tenido suficiente por parte de los individuos que me han descubierto con descaro.

Entonces, te vi en la luz, tan perfecto, tan inocente, tan...mío.

-¿Eres tú...el que me persigue con la mirada?

Estallé en silencio. Finalmente me había descubierto.

Mi rostro me delató, no podía resguardar tal sentimiento, al menos no al tenerlo tan cerca por primera vez.

-Día tras día, escondido en la multitud, observando como si no te pudiese sentir, como si pudieses engañarme, yo sé más que nadie quien eres tú...qué eres tú.
-¿Has venido a humillarme? 
-No
-¿Entonces a que se debe  tu presencia?
-Yo...

Bajó la cabeza.

No podía ser  verdad, era un pensamiento demasiado perfecto, demasiado irreal, pensar que él, que él podría ser mío...

Me levanté.
Estuve frente a él por unos segundos, su dulce fragancia entibiaba mis venas, mi cercanía ruborizaba sus mejillas.

Me arrebató un sentimiento casi instintivo.
De pronto me vi sosteniéndolo en mis brazos fuertemente, su estatura no nos permitía estar al mismo nivel, pero eso simplemente lo hacía más perfecto su cabeza apegada a mi pecho, cerca de mi corazón...donde él pertenecía...

Levantó su cabeza con timidez, estaba seguro de lo que quería, podía verlo en sus ojos brillantes y temerosos.

Rosé su mejilla con mis dedos -tal y como lo imaginaba en mis sueños más profundos- suaves y tersos gracias a su juventud.

Se ruborizó aún más entreabriendo sus labios sedientos de lo prohibido.
Una escena que no me atrevía a resistir.
Mi rostro ahora más cerca de su bella expresión me permitía saborear su tibio aliento mezclándose con el mío, estábamos a un paso...de la perfección.

Nuestros labios ya no nos pertenecían, eran una ofrenda mutua de pura y máxima pasión que se movían lentamente como la marea, como la brisa, tornándose cada vez en movimientos más rápidos y pronto agresivos...una agresividad que afinaba los sentidos, que estimulaba las intenciones...

Mis manos, víctimas de la increíble adicción, descendieron en su cuerpo mientras jugábamos con nuestras bocas; acaricié la cálida piel que escondía su camiseta -parecía agradarle- Sus labios se endurecieron en un leve suspiro cuando descendí aún más...entonces nos dejamos llevar por nuestros instintos más profundos revelando por primera vez aquellos deseos que temimos demostrar.

No hubo miedo.
No hubo restricciones.

Sólo dos individuos manipulados por el más puro sentimiento.
Sólo dos jóvenes incentivados por la pasión.

Sólo una representación de la escena más perfecta que podría imaginar.