viernes, 16 de noviembre de 2012

Vengo por más

Caminó rumbo al campo, la pradera yacía pacífica y llena de vida como una pintura del Edén, sin ruido sólo sus pasos ligeros en la yerba que danzaba al ritmo del viento.
Ella encontró un bello lugar para descansar y pensar, así que enrolló su largo vestido y formó parte de aquel paisaje arrullándose entre las flores.
Cerró sus ojos y resopló suavemente antes de poder dormir; Imaginó su vida en aquel lado del espejo, jamás cambiaba su fantasía pues ella deseaba ser Alicia.

A lo lejos del campo escuchó los pasos de una persona que a juzgar por el sonido que emitía parecía ser pesada, volteó su pequeña cabeza con inocencia y observó cómo un hombre de aspecto mórbido la veía a lo lejos, estaba parado en una esquina del bosque con las manos en los bolsillos y un gran sombrero negro que cubría la mitad de su rostro, no parecía
moverse, simplemente se limitaba a quedarse en ése lugar...para lo que parecía ser, acechar.
La pequeña sintió miedo, había escuchado las innumerables historias que su madre le contaba acerca de las personas malas, y ésta parecía ser una de ellas.
Se puso en pie muy despacio y sin quitarle la mirada, dio unos pasos hacia atrás preparándose para correr pero el hombre se puso en marcha y empezó a acercarse, el corazón de la niña comenzó a latir con rapidez, volteó sin pensarlo y echó a correr despavorida.
Aquel hombre se enfadó y no dudó en seguirla con pasos fuertes y toscos; por unos minutos ofrecieron una carrera descabellada con la pequeña luchando  con las ramas en su rostro y aquel tipo buscando atraparla como si fuese su presa, y prácticamente lo era.

La niña comenzó a resoplar en el camino, tenía un cuerpo fuerte pero sabía que se estaba cansando y poco a  poco perdió velocidad.
No faltó mucho para que él la alcanzara, la tomó con ambos brazos para que después de una lucha imparable de la pequeña lograse llevarla a lo profundo del bosque.
Allí la golpeó para que se quedara quieta, pero ella echó a gritar cada vez con más fuerza.
Sin opción evidente tomó una piedra y la incrustó en su delicada cabeza haciendo que ésta callara por inconsciencia, pasaron los minutos, tal vez las horas, hasta que finalmente regreso en sí.
Con el vestido hecho harapos y su rostro ensangrentado quiso levantarse, pero un agudo dolor le recorría la entrepierna, la contempló un segundo y pudo observar su desnudez y maltrato.
Contando los segundos logró sentarse en la tierra húmeda y fría, tenía miedo, más del que una persona pudiese soportar.
Fue cuando que para su desgracia aquel hombre se acercaba una vez más desde lo lejos con la misma lúgubre presencia, ella lo escuchó fuerte y claro cuando estuvo a solo metros de su cuerpo y no pudo contener sus lágrimas.

Sólo el bosque esconde su terrible pesadilla, ni sus alaridos ni su llanto fueron escuchados jamás.
Él la tenía como su placer propio, era de su propiedad y lo sabía desde aquella vez en que la vio saltando entre las flores del campo.
No se sabe cuánto tiempo podía soportar, pero para su maldición y como lo dije antes ella gozaba de un cuerpo muy fuerte que le permitía seguir viviendo la misma escena una y otra vez.
Siempre que despertaba lo veía venir, siempre articulando las mismas palabras y con el mismo deseo...

-Vengo por más...


                                                                    

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