miércoles, 1 de mayo de 2013

Liberación




Lo vi, supe que en mi pensamiento estábamos dispuestos a llegar al infinito.
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Ahí estaba él, con la mirada posada en el vacío sin tomar en  cuenta las maravillosas e incansables historias que sorteaba en mi cabeza con él como mi protagonista principal.
Lo miraba tanto que mis ojos ardían, pero no era razón suficiente para apartar mi atención.
En secreto, siempre en el anonimato, camuflado en las multitudes de personas que me rodeaban cada vez que me animaba a posar una vez más mi atención en él.
Porque tenía la esperanza, la imaginación suficiente, como para envolvernos en una sola historia...
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Mi discreción no fue suficiente esta vez, he caído en la evidente picardía y él lo notó. 
Me escondí, lejos, donde no fuera capaz de encontrarme, dentro de las aulas donde nadie asistiría, al menos no por un buen tiempo. 
No quería arriesgarme, no podría soportar su desprecio al descubrir mi verdadera naturaleza, había tenido suficiente por parte de los individuos que me han descubierto con descaro.

Entonces, te vi en la luz, tan perfecto, tan inocente, tan...mío.

-¿Eres tú...el que me persigue con la mirada?

Estallé en silencio. Finalmente me había descubierto.

Mi rostro me delató, no podía resguardar tal sentimiento, al menos no al tenerlo tan cerca por primera vez.

-Día tras día, escondido en la multitud, observando como si no te pudiese sentir, como si pudieses engañarme, yo sé más que nadie quien eres tú...qué eres tú.
-¿Has venido a humillarme? 
-No
-¿Entonces a que se debe  tu presencia?
-Yo...

Bajó la cabeza.

No podía ser  verdad, era un pensamiento demasiado perfecto, demasiado irreal, pensar que él, que él podría ser mío...

Me levanté.
Estuve frente a él por unos segundos, su dulce fragancia entibiaba mis venas, mi cercanía ruborizaba sus mejillas.

Me arrebató un sentimiento casi instintivo.
De pronto me vi sosteniéndolo en mis brazos fuertemente, su estatura no nos permitía estar al mismo nivel, pero eso simplemente lo hacía más perfecto su cabeza apegada a mi pecho, cerca de mi corazón...donde él pertenecía...

Levantó su cabeza con timidez, estaba seguro de lo que quería, podía verlo en sus ojos brillantes y temerosos.

Rosé su mejilla con mis dedos -tal y como lo imaginaba en mis sueños más profundos- suaves y tersos gracias a su juventud.

Se ruborizó aún más entreabriendo sus labios sedientos de lo prohibido.
Una escena que no me atrevía a resistir.
Mi rostro ahora más cerca de su bella expresión me permitía saborear su tibio aliento mezclándose con el mío, estábamos a un paso...de la perfección.

Nuestros labios ya no nos pertenecían, eran una ofrenda mutua de pura y máxima pasión que se movían lentamente como la marea, como la brisa, tornándose cada vez en movimientos más rápidos y pronto agresivos...una agresividad que afinaba los sentidos, que estimulaba las intenciones...

Mis manos, víctimas de la increíble adicción, descendieron en su cuerpo mientras jugábamos con nuestras bocas; acaricié la cálida piel que escondía su camiseta -parecía agradarle- Sus labios se endurecieron en un leve suspiro cuando descendí aún más...entonces nos dejamos llevar por nuestros instintos más profundos revelando por primera vez aquellos deseos que temimos demostrar.

No hubo miedo.
No hubo restricciones.

Sólo dos individuos manipulados por el más puro sentimiento.
Sólo dos jóvenes incentivados por la pasión.

Sólo una representación de la escena más perfecta que podría imaginar.